¡FELIZ AÑO 2013!
Ha
sido una lástima. De haberse cumplido el fin del mundo el pasado 21 de
diciembre del 2012, habríamos asistido a uno de los eventos con mayor
relevancia evolutiva para la historia de la vida. Y es que, no siempre es fácil
contemplar una extinción y poder sobrevivir para contarlo.
Desde
el punto de vista científico, los paleontólogos saben bien que las extinciones
en masa, ocurridas en numerosas ocasiones a lo largo de la Historia de la
Tierra, han ocasionado importantes cambios en las formas de vida de este
planeta. La predominancia de unos grupos biológicos sobre otros o la completa
desaparición de algunos de ellos son importantes consecuencias relacionadas con
el fenómeno de extinción.
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Un común trilobite,
grupo ya extinto en el planeta. La evidencia de una forma de vida no conocida
en la actualidad, hoy transformada en piedra. Su relativa abundancia hace
disminuir su valor patrimonial.
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En
esta línea, desde hace algunos años, varios científicos especialistas en la
materia sostienen que el ser humano está ocasionando una extinción en masa (la
sexta de las grandes ocurridas) sobre los organismos que cohabitan con el. Esto
sí es realmente importante, porque podemos estar documentando un evento de gran
relevancia a escala geológica con todo lujo de detalles ya que, la escala en la
que vive el ser humano es un susurro para el planeta.
Por
otro lado, que el fin del mundo ocurra en tan solo un día y que además sepamos
cuál va a ser éste, parece dificil. La NASA ha sufrido las consecuencias de una
sociedad poco ilustrada en temas científicos y es quizás esta una nueva llamada
hacia la importancia que las cuestiones geológicas tienen para la sociedad en
la que vivimos.
La paleontología, como ciencia que estudia la
vida en el pasado, también nos permite predecir qué nuevos fenómenos de
extinción en masa están por llegar. Que afecten más o menos al ser humano, e
incluso que lo hagan desaparecer del planeta es ya otra historia. En cualquier
caso, ninguna otra especie posee tantos problemas en la actualidad como la
nuestra para, de algún modo, poder pensar en ello.
Ignacio Fierro